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Feliz daño

miércoles, 12 de enero de 2011

Mis queridos hermanos (los curas llevan captando así la atención del auditorio muchos siglos, quizás yo también lo consiga... Aunque yo no abastezco de calefacción en invierno y aire acondicionado en verano):
Espero honestamente (¡oh, no!¡adverbio terminado en -mente!¡caca!) que el año haya empezado bien para vosotros. Para mí, el año lectivo (o laboral, o lo que quiera que sea... ¡oh, no!¡abuso de paréntesis!¡caca!) ha empezado este lunes 10, y el martes se instaló en mi organismo un incómodo okupa que trajo consigo un arsenal de mucosas y abotargamiento generalizado. Qué decir tiene que perdí la batalla, y el visitante ilegal absorbió las pocas energías que me quedaban tras estas fechas navideñas tan entrañables.

Lo terrible es que mi afección ha sido presumiblemente (¡oh, no!¡otra vez!¡soy incorregible!) una respuesta corporal al estrés que ha despertado en mí el regreso a un Máster en el que solo aprendo las cosas que hago mal, pero no a hacerlas bien. Últimamente (¡qué desastre, otra vez!), pienso con melancolía repetidas veces en el momento en el que decidí que las ciencias no eran lo mío. ¡Cómo me hubiera gustado ser médico, o científico, o bombero...! En estas profesiones, al menos, el trabajo no es objeto de crítica o desprecio por parte de cualquiera que sepa leer (y también algún analfabeto valiente, ya sabemos que en España todo el mundo opina de todo). Escribir es una de las acciones más subjetivas que puede realizar el ser humano. Y a mí, por desgracia, ¡me gustan los adverbios terminados en -mente! Adoro los circunloquios, los adjetivos pedantes, el tono elevado, los incisos, las subordinaciones y los paréntesis... (Para redactar demandas es lo más) Y sin embargo, ahora, para mi asombro, descubro que eso es escribir mal. Muy mal.

Reconozco que disfruto observando con distancia desde el otro lado, desde el punto de vista de mi otra profesión. Los periodistas son (somos) unos pobres infelices que solo se reconocen entre ellos mismos. Fuera de su "elitosfera" no es que sean demasiado valorados. Es curioso. No ganan dinero, viven en la precariedad, trabajan como nadie, el negocio está en su peor crisis y parece que están ahí por haber confundido los términos de "vocación" y "hobby". ¿Intrusismo? Por supuesto, pero solo puede haber intrusismo en las profesiones que cualquiera puede llevar a cabo.

Necesito unas gafas. De pasta. Ray-Ban Wirefire. Negras. Urgentem... Con urgencia. (En periodismo no hay colegio profesional, el carné es este)

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